Hace cien años que este artículo fue publicado, con el
título «La socialdemocracia y la cuestión nacional», en tres entregas, en los
números de marzo, abril y mayo del 1913 de la revista bolchevique Prosveshxenie
(Ilustración). Será a partir de esa primera publicación cuando pasará a ser
conocido como «El marxismo y la cuestión nacional», uno de los libros de
cabecera durante muchos años sobre el problema nacional dentro del movimiento
comunista internacional y que tuvo gran influencia sobre la cuestión durante
gran parte del siglo XX.
El contexto de la publicación
El libro se adentra en el debate en que en aquella
época estaba inmersa la socialdemocracia internacional y, muy especialmente, el
mismo Partido Obrero Socialdemócrata Ruso. La iniciativa en la búsqueda de una
teorización marxista sobre la cuestión nacional la habían llevado los llamados austromarxistas,
encabezados por Otto Bauer y Karl Renner. Ante la influencia que sus
reflexiones iban alcanzando en Rusia, tanto entre los mencheviques como en el Bund
(la organización socialdemócrata que reunía la mayoría de los trabajadores
judíos no sionistas), los bolcheviques decidieron tomar cartas en el asunto
entrando firmemente en el debate. Por otro lado, dentro de la socialdemocracia,
Rosa Luxemburgo defendía la irrelevancia que la cuestión nacional tenía por el
proletariado, posición que Lenin se había encargado de combatir con
firmeza.
Stalin será el encomendado por el partido para
deshacer sus respectivas líneas. Con cuidado especial se entregó a la crítica
de las posiciones que, bajo el nombre de autonomía nacional-cultural, el austromarxismo
propuso como manera de resolver el problema nacional, sobre todo en la Europa
central y oriental, caracterizada por la pervivencia de grandes imperios
absolutistas multinacionales.
El objetivo de los austromarxistas era mantener el
imperio multinacional permitiendo la expresión de unas diferencias nacionales
reducidas. Stalin denunció la autonomía nacional-cultural porque negaba de
hecho la autodeterminación de las naciones. Este modelo representaba una
reducción folclórica del problema nacional por no sobrepasar el aspecto
cultural y lingüístico, eliminando completamente el contenido político de la
liberación nacional.
Para los austromarxistas, la cuestión nacional se
enmarcaba en una idealista “unidad de carácter” de los miembros que compartían
la misma lengua y en una mística “unidad de destino” como comunidad. Si bien el
Partido Socialdemócrata Austriaco se declaraba marxista, esta teorización estaba
bastante alejada del marxismo. Stalin establecerá algunos de los elementos para
hacerle frente y evitar la idealización de la nación.